"Haz lo que yo digo, y no lo que yo hago"
- Rosana
- 15 feb 2022
- 2 Min. de lectura

"Terminá el informe y enviamelo urgente" (te pide tu jefe, apurándote, aunque sabe que a su vez te fue solicitando otras cosas, y que te cambia las prioridades a cada momento)... pero esos 15 minutos que le pediste hace 2 semanas, apuro, para él no tenían ya que aún los seguís esperando.
"Las reuniones son de máximo 1 hora" (te dicen desde recursos humanos / gestión de talento en las buenas prácticas que te envian por email)... pero parece que algo sucede, porque resulta que a la hora, no pasaron ni al segundo punto de la agenda (y sin planes de finalizarla pronto...)
"Somos ágiles e innovadores" (es lo que los gerentes y directivos dicen)... pero resulta que para autorizar un nuevo producto hay un comité con 10 personas, más otro comité que ve la parte técnica, y otro más (del holding) al que hay que informarle y tiene que dar su visto bueno (un mes más, con suerte…).
Las palabras generan realidades: sí, eso está muy bien.
Son el primer paso para pasar de las ideas al plano real, concreto, también.
Sin embargo... tienen que estar acompañadas por las acciones.
Las acciones son las que confirman si es verdad todo lo que se dijo.
Las acciones son las que demuestran el convencimiento y el compromiso de ir por esa línea de actuación.
Las acciones son las que hacen visible ante otros cuánto nos importa ser de una manera, y no de otra.
¿Qué nos genera cuando alguien dice algo, pero actúa en sentido contrario? ¿Cómo nos sentimos? ¿Cómo vamos a responder ante eso?
Muchas veces creemos que con una frase es suficiente. Que con un curso es suficiente. Que por decirlo desde una posición de poder es suficiente.
¿Qué podría demostrar, en acciones, aquello que se dice? Algunos ejemplos:
. Que la frase no surja de algo que propone la consultora, sino que sea debatida, acordada, y sugerida desde las mismas personas. Que “crean” de verdad en ello y actúen bajo esos valores cada día.
. Que un curso no quede en esas 2, 4 o 6 horas… que se reemplace, o complemente con un trabajo a mediano-largo plazo con un coach/mentor para trabajar esos conceptos en lo que sucede en el día a día. En cómo implementarlo. En los desafíos concretos de hacer algo distinto y la resistencia que (a muchos) nos genera. De incluir las emociones, lo que fue bueno durante mucho tiempo y ahora ya no lo es.
. Que quien da una instrucción, una línea de trabajo, acompañe los cambios. Se involucre. Demuestre eso que dice. ¿Necesita ayuda? Entonces se lo acompaña.
La realidad nos muestra que hay que ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos, para de verdad, generar los cambios que queremos ver: en nosotros, y en los otros.
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